jueves, enero 1

Diciembre

Hace tiempo que me dí cuenta que soy una adulta. La primera señal la recibí de mi cartera: demasiado pequeña para las identificaciones; para las fotos de la familia y los sobrinos y los hijos de amigos; demasiado pequeña para las tarjetas de presentación y del banco!
La segunda señal vino mis recibos de honorarios: tenían mi nombre y dirección impresos! Inmediatamente llegó otra de hacienda: "Me tienes que pagar un porcentaje (gran porcentaje) de tu sueldo...ahora!"
La más reciente se desprende de esta temporada holidayezca. Por primera vez en mi vida el consumismo no me consumió. Se puede decir que el espíritu navideño no invadió mi propio espíritu. No sé si fue la falta de árbol, el haber llegado tan entrado diciembre a mi casa o simplemente el hecho de sentir una especie de asqueo por todas aquellas cosas superficiales y estúpidas que dicen las grandes compañías vendedoras que representa a la navidad. Luego, el mísero párroco de la iglesia a la que asistí el día 24 (It has to be said, fue por la salud mental de mi abuelita) dijo un sermón que iba más o menos así: Feliz nacimiento de Jesucristo. Fin del sermón.
Entonces viene mi señal: considero a la navidad una fecha superflúa y carente de todo aquello que supuestamente dicen que representa, pero eso sí, llena de costumbres tan superficiales y vacías como las personas que únicamente la relacionan con regalos y no buscan un significado más allá de eso.
Pero entonces mi señal no debería ser una señal, después de todo, la mayoría de los adultos, no piensan en la navidad de la forma en que yo lo hago...pero bueno, ahí tendría que irme a la definición de adulto y ese es tema para otro post (o blog). El punto es que me pegó fuerte esto de la navidad y me puse a pensar y esto salió:

Para mí, las vacaciones decembrinas son la época del año perfecta para ver no sólo a familiares lejanos, sino también a amigos lejanos porque, como llega el bono navideño, la gente suele hacer a un lado conflictos económicos que muy probablemente los persiguen todo el año, así que tienen tiempo para descansar y visitar y cocinar y platicar... Y como en éste país la crisis siempre ha estado dura, en qué otra época del año les puedes dar un detalle a tu familia y amigos? Pues cuando tienes el bono navideño! Y luego llega fin de año... la época perfecta para comenzar algo nuevo (o terminar algo viejo). Entonces el espíritu caritativo mezclado con las buenas vibras que genera el estar descansado, comido y desahogado ($$) y la posibilidad de una nueva oportunidad propicia la fiesta! y las fiestas con ese espíritu propician la reconciliación. Y lo sensibles que esto nos pone, propicia el voltear a ver a los demás, tal vez a aquellos que no tienen tanto como nosotros y nos puede hacer sentir agradecidos (con quien o lo que tú quieras). Entonces ahora, para mí, diciembre se ha convertido en un período para analizar lo que me rodea y quizá, estar agradecida por ello. Adiós navidad, bienvenida la conciencia y el agradecimiento.

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