Y no fue en ese momento cuando me di cuenta de que esto es lo que más me gusta.
Ni fue el instante en el que sentí cuánto me apasionan estos seres. Tampoco fue el momento en el que noté lo maravillosa que es nuestra profesión. Ni siquiera un pequeño destello de afecto hacia el planeta que habitamos ni la vida que lo habita; todo eso ya lo había experimentado antes. Esta vez fue una sensación de familiaridad, como si no hubiera un mejor lugar para estar o no pudiera hacer otra cosa que me hiciera sentir tan cómoda como observar calderones desde un bote en altamar…
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