lunes, julio 21
De cruceros y otras cosas
Sobre El libro del silencio
Literatura y mito existen porque existe un silencio que en realidad es antipalabra. Si todo hubiera sido dicho o todo resultara fácilmente decible, moraríamos en la era de otro tipo de silencio, el silencio pleno donde la palabra no necesitaría ser contrarrestada porque sería superflua (...) Cuando la antipalabra de una vida individual se quiebra surge la literatura; cuando la que se agrieta es la antipalabra de un grupo aparece el mito: literatura y mito son las maneras de decir lo que no puede ser dicho de otro modo, son las formas que hemos creado para contornear el vacío, para sediarlo.
¿De qué palabras se rodea cada persona? ¿Cuáles son esas palabras y cómo las acomoda en una sencuencia? (...) ...las palabras donde se aloja cada quien deben ser muy concretas, tibias, húmedas: un lugar, una fecha, un objeto, un nombre.
(...)
Tendría que empezar de nuevo.
¿De qué historias se rodea una persona? Historias, ractifico ahora, porque una palabra después de otra, eslabonadas en una sencuencia particular, resultan en una frase y la frase es el camino a la narración.
¿Con qué historias entonces, se viste cada persona como si se enfundara una segunda piel sobre la piel? ¿Historias recientes o antiguas historias que solía denominárseles "tragedia"?
El lenguaje acumula una memoria fatal que ni siquiera se reconoce como memoria. Olvidar es una de las maneras de ser libre, un arduo y prolongado trabajo que en ocasiones desemboca en la locura o el suicidio. Renunciar a las historias que son nuestra genealogía, nuestra ascencia.
Ricardo Chávez Castañeda. 2005. El libro del silencio. Editorial Alfaguara.
martes, julio 8
...
lunes, julio 7
The lucky girl
Podría escribir en este momento las palabras exactas que dirían porqué disfruto tanto viajar. Pero me es difícil describir los deseos de hacerlo o por qué quisiera conocer un lugar en particular. Lo intentaré.
La parte de la península que faltaba. El lugar donde naciste y al que esperas regresar algún día. Hogar adoptivo de tantos. Finis terra.
Todos Santos es casi exactamente cómo me lo imaginaba, sólo que mejor y con el mar del lado contrario (me nortié). Eso de estirarte un poco y alcanzar un mango es algo insólito para alguien que viene de una ciudad que está en un hoyo en medio del desierto. Confieso que hasta hace no tanto tiempo (considerando que conozco a Voss desde hace casi 5 años), supe que el Hotel California estaba justo en Todos Santos y no al lado de la carretera, medio abandonado pero convertido en una galería (mi imaginación vuela!). Y me encanta la idea de que estén tratando de recuperar el aspecto que tenía el pueblo en la década de los 50´s, cuando se vivía de los cañaverales que había.. Espero que lo consigan y que pueda ir a verlo con mis propios ojos.
Los Cabos es la típica ciudad turística hecha por mexicanos para gringos. Típico escenario donde hay un hotel elegantísimo y un centro comercial de marcas prestigiosas, pero al lado, puestos de vendedores ambulantes procedentes del sur del país. Pero el puerto y la playa son dignos de admirarse. El puerto limpio y el viaje a ver el arco y la última piedra de mi amada península, es algo que definitivamente vale el calor, el tráfico y el turisteo entre comercios que venden todo excesivamente caro. Ni se diga de que abordes, junto con el galán, el barco que va al arco por las tardes y termina el recorrido con un atardecer inigualable como los de Baja Sur.